Cabot Lago, Alberto Antonio

10 de mayo de 1916, Montevideo (Uruguay) – 5 de septiembre de 1991, Buenos Aires (Argentina)

Alberto Antonio Cabot Lago nació en Montevideo el 10 de mayo de 1916. Hijo de Miguel Cabot Floriach (Mataró, 1892-Foix, 1940) y Angustias Milagros Lago (Vigo, 1895-Barcelona, 1992). Ambos emigraron a Uruguay, donde se conocieron y tuvieron dos hijos y una hija: Miguel (Montevideo, 1921), Rosa (Montevideo, 1919-Barcelona, 2000) y Alberto. Cuando éste contaba con siete años de edad (1923), la familia regresó a España, viviendo de modo intermitente entre Barcelona y Vigo.

Alumno en la Escuela Popular de Guerra de Cataluña, el 15 de marzo de 1937 fue ascendido a Teniente de Infantería en Campaña dentro de la 4ª División del Ejército de Cataluña (también conocido como Ejército del Este), el mismo que en mayo organizaría en Manresa y bajo las órdenes del vasco Mauricio García Ezcurrala 138 Brigada Mixta. Así, junto a milicianos del POUM, la CNT, la UGT y el Partido Comunista de España, el 8 de junio se dirigió a Andalucía, tomando posiciones en Menjíbar. Al cabo de poco tiempo la 138 Brigada Mixta pasó a integrarse en la 33 División, dirigiéndose esta vez hacia el frente de Guadalajara (Castilla-La Mancha), a la altura de Sacecorbo. Allí permanecería hasta el 21 de octubre. El 1 de agosto, desde su posición alcarreña, la 138 realizó una ofensiva en Portillo de Guadalaviar, Cuervo, Mola de San Juan y Guadalaviar (todos ellos en el Aragón suroccidental); días después, una contraofensiva del bando nacional causó 100 bajas en la brigada. Alberto no solo se salvó, sino que además, el 7 de noviembre, el Jefe del Ejército del Centro le otorgó la Medalla del Valor como “premio a su brillante comportamiento en la acción desarrollada para ocupar Portillo de Guadalaviar”. Y en una fecha por el momento desconocida, consiguió ascender al grado de capitán.

Cabot Lagos

En enero de 1939, Alberto se encontraba en Cartagena (Murcia), desde donde se dirigió hacia Barcelona. Una vez allí, miembros del PCE le realizaron el mismo cuestionario que a tantos otros milicianos. Gracias a ese cuestionario podemos saber que estuvo afiliado a la UGT y al PSUC, así como información referida a su actividad durante la Guerra: «Desde que está concentrado empleó muy bien sus tareas como militar. Su actitud es muy buena; políticamente indiferente. Se mostró disciplinado y serio. Buen antifascista.«

Tras pasar un par de días en casa de su padre, su sumó a los miles de refugiados que intentaron llegar a Francia. A pesar de las dificultades y tras 9 días en Portbou, cruzó la frontera. Pero una vez en suelo francés, las autoridades francesas lo internan en el campo de concentración de Argelés-sur-Mer. Cuarenta y cinco días después, fue trasladado al campo de Gurs junto a una treintena de uruguayos. Él mismo lo explica con detalles en una carta escrita a sus familiares el 10 de febrero de 1940:

Mi vida desde que salí de Cartagena, aquella linda mañana, fue fértil en trágicos acontecimientos. Llegamos a Barcelona en mala época, pues ya teníamos a los fachas a pocos quilómetros de la ciudad. Bombardeos y más bombardeos. Estuve en casa de papá y allí dormí dos noches. En una de ellas nos visitaron las pavas veinticuatro veces. Junto con los internacionales, fuimos a Cardedeu. Llegamos y a poco un bombardeo terrible nos sacudieron. En aquella ocasión estuve al borde de la muerte. Me salvé ni yo mismo se cómo. Cayó una potente bomba a menos de quince metros de donde yo estaba echado. Un golpe terrible recibí en una pierna. Creí que había sido herido. Sin atreverme a mirarme la pierna me decía: Qué mala pata tengo. Ser herido precisamente ahora que estamos en camino de Francia!. Pero luego de reponerme un poco de la emoción, me di cuenta que solo había sido una piedra que había llegado hasta mi, lanzada por la fuerza de la explosión. Seguimos luego nuestra trágica ruta, caminando y caminando con la vista fija en la frontera. Miles y miles de personas íbamos por aquellas carreteras, huyendo del despiadado enemigo que nos perseguía. Nueve días permanecí junto con otros compañeros en Port-Bou, esperando que nos permitieran entrar en Francia. Una noche desesperados ya por tan larga espera, nos metimos en un tren de heridos y pasamos la frontera. Llegamos a Francia. Nos esperaban con una larga fila de bayonetas, y gran cantidad de gendarmes. Cuando se dieron cuenta que nosotros no estábamos heridos, nos dieron dos patadas y nos pusieron otra vez en la linea divisoria de los dos países. Pero a los dos días vino la avalancha. Miles, centenares de miles de hombres pasamos a Francia. Cargados con todos nuestros bultos, nos hicieron caminar treinta y cinco kilómetros, casi sin descanso. Llegamos a una playa -Argelés Sur Mer- a las tantas de la madrugada. Allí muriéndonos de frío y de hambre estábamos ciento y pico de miles de hombres. Puedes imaginarte el panorama. Dormíamos encima de la arena, mojada por la escarcha, que caía abundantemente por la noche. Permanecimos seis larguísimos días sin probar más que algún mendrugo de pan y cierta cantidad de agua infectada que nos produjo disentería a todos sin excepción. Al mes y pico de estar en estas condiciones, nos trasladaron a otro campo, mejor acondicionado. Allí permanecí hasta el 21 de julio, fecha en que gracias a las gestiones hechas por tío Victoriano, se me repatrió para esa. En Francia estuve en permanente contacto con papá. Nos escribíamos muy a menudo.

estracto carta 1940

Durante su encierro en Gurs, fue designado portavoz de los uruguayos ante el Comité Nacional en Uruguay. Además, dedicó su tiempo a redactar algunos textos, entre ellos Tragicomedia en un acto, una particular obra de teatro de ambientación concentracionaria. Envió también cartas a España Democrática, algunas de las cuales fueron publicadas. Los siguientes textos fueron publicados el 3 de agosto de 1939, en la página 10 y 11 respectivamente. En el primero de ellos, realiza un crudo elogio de la defensa de Madrid (noviembre de 1936 – marzo de 1939):

Una fecha: Noviembre 1936. Una ciudad: Madrid. Las legiones moras avanzan a sangre y fuego combatiendo por la [?], la Paz y el Progreso. El pueblo, el heroico pueblo de Madrid, de toda España, amurallada con sus pechos inflamados de Ideal, la capital del mundo. No defienden una religión, pero la respetan. No luchan por imperios, colonias ni espacios vitales. Luchan por su Libertad, su Trabajo y su Pan. No están organizados a bombo y platillo. Pero el instinto, les marca el gesto, la acción, el golpe que deben ejecutar en el momento oportuno. Los primeros contingentes de internacionales llegan a la villa codiciada por el fascismo. Vienen de… ¿Quién lo sabe?, movidos por la simpatía que en ellos despertó la gesta del pueblo español. “No conoceréis siquiera ni el color de los muros que vuestro infranqueable compromiso amuralla…” como canta Alberti en la poesía dedicada a las Brigadas Internacionales. Se lucha y se muere tranquila y sencillamente. ¿Qué importan los hombres ante la magnitud de los acontecimientos? Y así con dolor y sangre va asestándose al fascismo uno de los más duros golpes que ha recibido en su brutal carrera.

Jarama… Apretadas filas de alemanes son lanzadas a cortar la carretera Valencia-Madrid. Apretadas filas que fanatizadas y mecanizadas, avanzan contra las líneas republicanas. Pero, ni fanatismo ni densidad consiguen romper la muralla de pechos españoles. Una y otra, y otra, docenas de veces, son diezmados, rechazados, aniquilados… Madrid se defiende como fiera acorralada. A pedradas, a puñetazos, con lo único que posee: coraje y heroísmo.

Guadalajara… ahora le toca el turno a los italianos. Advertidos por el descalabro de sus colegas, toman toda clase de precauciones. Aviones y tanques, más tanques y aviones. Motorizada, mucha motorizada. Y… ¡a Madrid a tomar café! Al primer empujón, las débiles líneas republicanas se rompieron. ¡Era de esperar! -dirían los generales italianos. Al segundo empujón llegaron cerca de Guadalajara. ¡Estaba previsto! -repetirían con satisfacción. Al tercer empujón… retrocedieron hasta más allá de las líneas de partida. Madrid seguía defendiéndose y elevándose cada vez más sobre los infelices que querían conquistarlo.

Múltiples razones –de diversa índole- han cambiado la Historia de España. Ha sucedido lo ilógico, lo inesperado, lo que jamás se soñara siquiera. La resistencia de España no ha podido evitar la invasión. La guerra “ha terminado”. Y graciosamente festejan la “victoria”. Desfiles y más desfiles, laureadas, condecoraciones, discursos. Esto exteriormente. Hambres, persecuciones, crímenes, torturas, campos de concentración, cárceles, deportaciones. Tragedia viva del pueblo que sufre y lucha todavía.

Los “gloriosos” aviadores legionarios son paseados, condecorados y expuestos a la admiración (?) pública. ¿A la admiración de quién? Seguramente que los que han perdido uno o varios familiares en los bombardeos aéreos, de los aparatos pilotados por esos “héroes” no se echarán a besarles los pies.

El pueblo, el pueblo heroico de Madrid no ha sido ni será jamás de ellos. ¿Creen acaso que el espíritu, el motor de la gesta de noviembre de 1936 ha muerto o se ha parado? ¿Olvidan que Madrid lo defendieron hasta los niños? ¿Ignoran los litros de agua y aceite hirviendo que los ciudadanos preparaban para recibirlos? Antes estos entusiastas del fascismo han desfilado los asesinos aéreos, los “heroicos” artilleros que jaleaban constantemente la ciudad con los donativos “Promuerte de la infancia, de la cultura y de la civilización”. Sólo los que estuvieron en Madrid durante su heroica resistencia conocen el espíritu libre, limpio, recto y claro de su pueblo. Que no nos asusten ni inquieten los ladridos de la prensa hispano-ítalo-germana. A toda costa quieren demostrar al mundo que el pueblo está con ellos. Y sólo consiguen descubrir la hostilidad del ambiente que “conquistaron”.

Hablan ahora de reconstruir: Es necesario impulsar la reconstrucción rápida de los destruidos barrios de Argüelles en Madrid, del puerto de Valencia -en el que hace poco hicieron inventario de los buques hundidos por la aviación- del puerto de Barcelona, de Gandía, Denia, Alicante, Almería, Cartagena, etc., etc., hasta el infinito, porque toda esa zona leal fue mordida por la metralla asesina.

La cuestión religiosa es uno de los puntos que los “salvadores de España” lanzan con más frecuencia contra nosotros. Su prensa habla de imponentes manifestaciones a la llegada de tal o cual imagen; de los cuadros del Museo del Prado de Madrid, que están todos intactos, como declara el director del Museo; de obras de arte famosas en el mundo entero. El comentario que hacen sobre la rareza que les produce el que estén conservados cuidadosamente lo achacan a milagros de las propias imágenes, en el afán de lucrarse un día u otro de tales riquezas.

Madrid, España entera, saben cuales fueron las razones de que se respetaran estas obras. Ni milagros ni falsos temores, ni afán de lucro. Era el alma de un pueblo que apartaba del fuego y la metralla sus reliquias más queridas. En Suiza fueron guardadas y ahora han vuelto a España. Verdaderamente no nos disgusta que ellos mismos den a conocer al mundo el carácter de tolerancia de la gloriosa República Española.

Para un observador imparcial no es difícil comprender que los cimientos del fascismo en España son de arena, por la que se filtra la sangre de sus hijos, de aquellos que odiaban con todas sus fuerzas al régimen bestial y totalitario. Esta sangre es la minará un día no lejano todo el aparatoso tinglado fascista, que se derrumbará estrepitosamente aplastando a los que lo edificaron.

Y mientras el mundo sigue su marcha inmutable, majestuosa y serena, en su seno se temple el mazo que destrozará de un solo golpe estos antihumanos contrastes.

A. Cabot.

El segundo, es un llamamiento a la solidaridad del pueblo uruguayo para repatriar a los compatriotas refugiados en Francia:

Nuestro pueblo, el pueblo uruguayo, no olvida a sus hijos. Pruebas fehacientes las tenemos constantemente. Todos sabemos que se trabaja allí para obtener nuestra repatriación. Nuestro magnífico pueblo, supo en horas difíciles para la República Española, demostrar su profunda simpatía por la causa de la Libertad e Independencia de la madre patria.

La solidaridad del pueblo uruguayo, su amor por la causa que defendimos con las armas en la mano un puñado de sus hijos, codo a codo con la heroica juventud española, impulsó grandemente la ayuda de otras Repúblicas Sudamericanas.

Las circunstancias no se han mostrado favorables al viril pueblo español. Su heroica resistencia de cerca de tres años contra los embates de las potencias totalitarias, fue truncada por la traición y por la pasividad de las democracias que no supieron o no quisieron comprender la grandeza y los fines de aquella epopeya.

Unos tras otros, los heroicos defensores de la causa de la Humanidad, fueron cayendo, segados por la metralla, o asesinados por la traición de los que la República, justa y magnánima, perdonó. Pero la lucha no ha terminado. Repitamos hasta enronquecer que España ha sido invadida pero no vencida. Pruebas palpables nos las proporcionan los que llegan constantemente a estos campos, procedentes de la “España Triunfal”. Y no precisamente de las regiones que estuvieron al amparo del Gobierno legítimo, sino que huyen de la zona que los rebeldes dominaron desde los primeros días de la sublevación. La lucha contra los invasores continúa. Sorda, comprimida, pero eficaz. Ni crímenes, ni torturas, ni los más efectistas métodos de represión consiguen ahogar el sentimiento popular de odio al régimen que los tiraniza, y de amor a la Libertad.

La ayuda a la España republicana no ha pues terminado. Ahora más que nunca es necesario intensificar la solidaridad para los que se hallan -por el delito de defender su patria- privados de lo más necesario y querido. No olvidéis -pueblos de América- que millares y millares de seres, hermanos vuestros, esperan y confían en vosotros. Centenares de miles de miradas se dirigen hacia esas lejanas tierras. Un sentimiento de esperanza reanima a los que tan brutalmente han sido zarandeados por las circunstancias de la guerra. Ellos confían en vosotros, ¡no lo olvidéis!.

Sabemos que mucho se hace ya por los refugiados españoles. Muchos miles han partido ya hacia países hospitalarios. Pero ésto es sólo el comienzo. La mayoría de los que atravesaron la frontera en el trágico mes de Febrero, siguen en los campos. Es necesario intensificar hasta el sacrificio la ayuda ¡Pueblo Uruguayo, no lo olvidéis! ¡No lo olvidéis pueblos de América, del mundo entero!.

¡¡Solidaridad!!

Gurs, 10 de junio de 1939.

Alberto Cabot Lago.

en gurs

Alberto Cabot en Gurs

El 21 de julio de ese mismo año, salió de Francia en dirección Uruguay en el vapor Formosa junto a Andrés Rizzo, Edgardo Mutti y una treintena de ex-combatientes argentinos. Las gestiones realizadas por su tío materno Victor Lago, residente en Montevideo, resultaron determinantes para su regreso:

Salí del campo como te digo, el 21 de julio del pasado año. Salí del campo y cuando me vi libre me parecía mentira. Nunca sabrás hermano -y ojalá nunca lo sepas- lo que significan seis meses encerrado como un perro, sin haber cometido delito que hiciera merecedora semejante pena. Seis meses entre alambres de espinos, guardados por las bayonetas de los salvajes senegaleses y la famosa caballería africana francesa, famosa por su ferocidad. Día a día veíamos morir ante nuestros propios ojos lo mejor de nuestros hombres. Día a día docenas y docenas de camaradas, de jóvenes españoles eran llevados en camillas, la mayor parte para no regresar -¡ni al campo!- jamás. Nunca nos habíamos impresionado tanto ante la muerte, como cuando la veíamos en aquellos campos. Algunos -bastantes- enloqueciron, y tuvieron que ser internados en manicomios. A decir verdad ya todos estábamos un poco locos. Yo sentí en varias ocasiones algo así como si tuviera que atacarme “le cafard” que dicen los franceses, o sea la locura producida por la monotonía y la desesperación. Afortunadamente salí a tiempo. Y un buen día (es un decir, por que precisamente llovía) abandoné el campo, llevándome mis maletas. Fui en tren hasta Bordeaux. Entré en la compañía de vapores. Y aquí comienza otro trozo de mi vida.

Cabot

Justo en el momento de embarcar en Bordeaux, conoció a Rayda Domingo, una joven de origen argentino que estaba regresando a su país tras un tiempo trabajando como enfermera en Barcelona. A pesar de ir a destinos diferentes, sus caminos se reencontrarían poco tiempo después.

A su llegada a Montevideo y según recoge el diario Justicia, «varios centenares de antifascistas hicieron una entusiasta y conmovedora acogida a los defensores de la República que retornaban a su tierra. Varias lanchas se acercaron al Formosa ya en el antepuerto, anticipando el saludo de los antifascistas uruguayos a los combatientes por la libertad«. Dos días después, el 19 de agosto, Cabot, Mutti y Rizzo fueron recibidos con honores por el Comité Ejecutivo y el Comité Departamental del Partido Comunista.

homenaje recrote

Y el 25 de agosto, también junto a Mutti y Rizzo, participó en un evento para recaudar fondos en favor de la repatriación de Balbino MateuWalter Valls y su amigo Francisco (Quico) Pastor, todos ellos encerrados en Gurs.

Al cabo de medio año de su llegada a Montevideo, Alberto se trasladó a Buenos Aires para reunirse con Rayda, con quien no había perdido el contacto desde su viaje trasatlántico; allí se casaron el 24 de febrero de 1940 y se establecieron en el que será su definitivo hogar.

El 6 de junio de 1940, recibió una carta escrita por su padre desde el campo de concentración Joffre, en Rivesaltes (Francia) a 35 kilómetros al norte del campo de Argelès, donde ambos estuvieron. En ella le solicita información sobre el estado de las gestiones para su repatriación a Uruguay. Diez días después, Alberto respondió con otra carta desde Buenos Aires:

Buenos Aires, 16 de junio 1940

Querido padre: deseamos que al recibo de la presente te halles en buena salud, como es la nuestra hasta la fecha. En esta hora de tanta trascendencia histórica para ese gran país, desde estas tierras generosas y ampliamente democráticas, se siente como en carne propia los sufrimientos que sufre ese gran pueblo. Seguimos con ávido interés las alternativas que sostenéis contra los enemigos de la civilización y el progreso. Lágrimas de ( ) han sido derramadas a torrentes por el pueblo americano ante la suerte corrida por la ciudad hoy, símbolo del más alto exponente de cultura mundial. Creemos que en esta lucha a vida o muerte saldrá triunfante la razón. Que la suerte os acompañe.

[…]

El dinero que el amigo de Newark había depositado para ti no fue utilizado como hubiéramos deseado. Los fulanos de aquellas famosas sociedades se largaron a Nueva York dejándonos solos a nuestra propia suerte. Me escribió aquel buen amigo Enríquez y me dijo que en vista de que no habían hecho nada concreto, se vio obligado a reclamarles el dinero violentamente, y en vista de su gesto decidido se lo devolvieron. El siente en el alma que se hayan portado tan cochinamente en este asunto. Si hubieran sido un poco decentes tú ahora disfrutarías de los buenos aires americanos. Pero desgraciadamente no ha sido así. Yo no quiero engañarte sobre las posibilidades de tu venida a ésta. Está por medio la cuestión económica. Los familiares de Montevideo no están en condiciones de sufragarte el pasaje, y nosotros ya lo veo menos todavía.

Las dificultades para traer a su padre terminaron de la peor manera: Miguel Cabot (padre) fallecería tiempo después en la localidad francesa de Foix, donde sería enterrado. Quien sí pudo llegar a Montevideo -y luego a Buenos Aires- fue su hermano Miguel, que partió de Francia en calidad de repatriado el 17 de enero de 1940 en el vapor italiano Principessa Giovanna.

Alberto trabajó de forma estable en una sastrería, llegando a ser jefe de contaduría en la misma hasta su jubilación. Falleció en la ciudad porteña el 5 de septiembre de 1991, a los 75 años de edad. Sus restos yacen en el cementerio de Morón, en la Provincia de Buenos Aires.

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Referencias bibliográficas

Archivo Familiar.

Biografía de Militantes. Partido Comunista de España. Agencia Federal de Archivos, Fondo 545. Rusia.

Diario Oficial del Ministerio de la Guerra. Año L, núm. 64. Valencia, 15.III.1937.

Diario Oficial del Ministerio de Defensa Nacional. Año L, núm. 157. Valencia, 2.VII.1937.

Justicia. Órgano Central del Partido Comunista del Uruguay. 19.VIII.1939.