Gomensoro Cabezudo, José Bernardino (Bebe)

Montevideo (Uruguay) 1910 – Montevideo (Uruguay) 1992

Gomensoro inicia -junto a Virgilio Bottero– sus estudios de Medicina a finales de los años 20, y enseguida compagina sus clases con reuniones en grupos libertarios. Desde ese frente, y en esos años, participa en el movimiento de solidaridad que la Asociación de Estudiantes de Medicina (AEM) organiza en apoyo de los gremios estudiantiles de todo el país, dando como primer fruto el Centro Cultural Liceo Nocturno. Poco después, la AEM y el Centro Ariel se unen y redoblan la presión en favor de los intereses de los estudiantes de Derecho –reunidos en el Centro de Estudiantes de Derecho– quienes se encuentran en huelga tras varios años de conflicto con el decanato. La lucha resulta un éxito, tanto que su ejemplo da paso a la puesta en marcha de la Comisión Nacional de Estudiantes, germen directo de la Federación de Estudiantes Universitarios del Uruguay (FEUU). Todo hace pensar que es justamente aquí donde Gomensoro y Bottero conocen a Tufró.

En 1934 Carlos María Fosalba refunda el Boletín del Sindicato Médico del Uruguay bajo el nombre de Acción Sindical. Bottero y Gomensoro forman parte del equipo redactor. Este último sustituye además a Fosalba como delegado de la AEM en el Sindicato Médico. La actividad sindical no impide en lo más mínimo el desarrollo más que notable de los estudios universitarios de todos ellos. El expediente de Gomensoro es brillante, algo que con el tiempo se verá plasmado en una trayectoria que le llevará a ser reconocido como uno de los más importantes neurólogos del país.

En 1935 y ante la certeza de un panorama desolador en el ejercicio profesional de la Medicina, Fosalba vuelve a tomar la iniciativa y junto a varios compañeros de facultad propone crear un dispositivo de atención propio dentro del SMU que esté al alcance de las clases trabajadoras: el Centro de Asistencia o CASMU. Con toda la ilusión y precariedad del momento, empieza a recibir pacientes el grupo de médicos que se suma desde un inicio al proyecto: José Pedro Cardoso, José Martoy, Natalio Capuccio, Rodolfo Tiscornia, Ricardo Yannicelli, Gilberto Martínez, Juan Pedro Fasoli, Constancio Castells, Jorge Gherardi… y por supuesto, José B. Gomensoro.

Ese mismo año se funda la revista Esfuerzo. A cargo de la edición está José María Ferreiro, y en la redacción, Luce Fabbri y su esposo Ermacora Cressati, los hermanos Volney Caprio y Remember Caprio, Carlos M. Fosalba, Pedro Tufró, Virgilio Bottero, José B. Gomensoro, Federico G. Ruffinelli y Roberto Cotelo. La revista termina siendo el lugar alrededor del cual se articula un grupo específico dentro del movimiento anarquista. Entre otras, la Gomensoro es una de las firmas habituales en la sección de crítica literaria, donde se analizan desde textos de grandes ideólogos a las tradicionales anarcoefemérides.

El primer número de Esfuerzo coincide con la victoria electoral del Frente Popular en España y del Frente de Izquierdas en Catalunya. Gomensoro embarca -junto a su inseparable Bottero- rumbo a Barcelona a mediados de 1937. Tras un mes de viaje el cónsul uruguayo en Francia les retrasa la entrada a España unos 20 días más. En junio cruzan los Pirineos en tren, pero la llegada viene cargada de problemas. Bottero sufre una hemoptisis por culpa de una tuberculosis pulmonar que hacía años venía arrastrando181. Gomensoro tiene que atenderle de urgencia y le obliga a guardar reposo. Cuando llegan a Barcelona se encuentran con Cotelo, quien sin más dilaciones les da la noticia del asesinato de Tufró. Al cabo de unos días de adaptación Gomensoro y Bottero intentan aportar su grano de arena como médicos, por lo que deciden ofrecerse como voluntarios en el Hospital de Sant Pau. Su recibimiento no fue el esperado y al verse rodeados por médicos afines a Franco, deciden abandonar la idea y volver a una zona segura de la ciudad. Allí se le asignan a Goensoro tareas de propaganda en el diario Tierra y Libertad y la revista Tiempos Nuevos.

En octubre Gomensoro tiene la oportunidad de entrevistar a Emma Goldman –un mito vivo del anarquismo internacional– en la que sería su tercera y última visita a España. La cita es en Barcelona; Emma le concede unos pocos minutos, suficientes para recoger algunas de sus impresiones. Gomensoro guarda celosamente las notas con la transcripción, y al cabo de unos meses, en mayo de 1938, las publica en Esfuerzo.

con emma goldman

Los meses se suceden a toda velocidad, pero el estado de salud de Bottero no mejora, lo que provoca que finalmente ambos decidan embarcar de regreso a Montevideo hacia octubre. A mitad de diciembre, Cotelo, Gomensoro y Bottero vuelven a pisar tierras rioplatenses. Bottero va directo a un hospital, y Cotelo y Gomensoro se ponen manos a la obra, y sin apenas tiempo para descansar, en la organización del Comité Sindical Pro Ayuda al Proletariado Español y la sección uruguaya de Solidaridad Internacional Antifascista (SIA). Así, en setiembre de 1938 sale el primer número de Órgano de Orientación e Información de la Sección Uruguaya de Solidaridad Internacional Antifascista, cuyo responsable de redacción es José B. Gomensoro.


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Gomensoro siempre tuvo claro que los éxitos y reconocimientos alcanzados como neurólogo no tenían que ser privativos de una vida comprometida e íntegra. Cuando la llegada del castrismo hizo inevitable el debate sobre las posibles vías revolucionarias, Gomensoro no dudó su posición ni un instante: siempre libertario. En los años 60 y siempre al lado de sus inseparables Luce Fabbri y Roberto Cotelo, participó en la fundación de la Alianza Libertaria Uruguaya, que aglutinó a los sectores anarquistas de Bellas Artes y Medicina así como a la Comunidad del Sur. La experiencia no tuvo mucha incidencia, por lo que un año más tarde se sumó a la creación del Centro de Acción Popular, espacio de coordinación entre diferentes grupos de izquierda. La dictadura –otra más en su vida– le agarró con 63 años y con una activa militancia. Su posición como docente e investigador, junto a la consideración que se tenía de él como «ácrata inofensivo», fue aprovechada por Gomensoro para realizar –hasta que pudo y como pudo– los denominados «contracursos», sesiones clandestinas en las aulas de la Facultad de Medicina donde profesores y alumnos discutían de política. Eduardo Galeano, por un tiempo compañero suyo en la facultad, no escatimó en elogios siempre que tuvo oportunidad:

Pocos casos conocí de coherencia tan perfecta entre la palabra y el acto. Era un hombre que creía en lo que hacía y por eso hacía lo que hacía con tanta firmeza y a la vez con tanta dulzura.

A pesar de no ser detenido, Gomensoro fue señalado rápidamente por los militares. No tuvo la misma suerte su hija Elina, presa política en el penal de mujeres de Punta Rieles por pertenecer al Movimiento 26 de Marzo; allí estuvo hasta junio de 1979, siempre bajo el mando del sanguinario Jorge «Pajarito» Silveira. Un año después del fin de la dictadura, Gomensoro se jubiló como neurólogo del Casmu y fue designado Profesor Emérito de la Facultad de Medicina, entre otros cargos honoríficos. Falleció en 1992, a los 82 años. Sus restos yacen en el panteón familiar del Cementerio Central.