Comités de Ayuda a la España Republicana, por Ana Freire

La autora de este texto -publicado en abril de 1999 en la revista mensual «El Tranvía 35«- es Ana Freire. Profesora de francés, estuvo casada con Justino Zavala Carvalho, hijo del dramaturgo, periodista y político batllista, Justino Zavala Muniz. De abuelo granadinos, la familia de Ana vivió la guerra civil con total pasión, hasta el punto de tener en casa un mapa colgado en la pared donde se iban marcando los movimientos de tropas y las batallas.

Lo reproducimos íntegramente:

Cuando yo tenía 13 años, estaba en segundo año de liceo; era en 1937, plena guerra civil española. En mi casa vivían con gran intensidad todos los detalles de esa lucha, quizás más que nada porque mi madre era hija de andaluces y todos conocíamos de oídas y adorábamos esas tierras. Éramos republicanos a muerte. Se oía la radio Ariel, se leía «El Día» y se hablaba en todo momento de los resultados de tal o cual batalla. Un día, mi hermana Marga, cuatro años mayor que yo, me dijo si la podía reemplazar en el Comité, porque a ella le era imposible ir. En todos los barrios había «Comités de Ayuda a España Republicana», eran pequeños, humildes, a veces el garaje de una casa cuyos dueños no tenían auto y lo cedían gentilmente. Nosotros vivíamos en Brito del Pino (ahora Franzzini) y el comité quedaba en la misma calle, a tres cuadras, al lado de la farmacia Capozzoli.

Allá fuimos, en el camino me explicó lo que tenía que hacer: sacar el pizarrón con el aviso de la charla de esa noche, atender a la gente que traía ropa usada para enviar a España, no cambiar nada de lugar y decir que más tarde iba a venir una de las señoras que estaba a cargo del Comité… Las paredes estaban cubiertas de afiches, que yo devore, y una gran bandera republicana: roja, amarilla y violeta.

Marga me avisó que quizás vinieran de otro comité que quedaba cerca, unas muchachas muy simpáticas. ¿Cuántos comités había? En esa zona de Pocitos-Punta Carreta había tres. La actividad era grande, venía gente tales como… yo recuerdo a Héctor Grauert, a Hierro Gambardela, a Alberto Etchepare… Se citaban para las 20 horas, por ejemplo. En la vereda se hacía el acto, empezaban a llegar los vecinos, de a poco se juntaban quizás 60 personas, que se entusiasmaban, aplaudían y luego hacían preguntas, y acababan trayendo bufandas, ropa para el invierno de allá.

Foto de grupo de un Comité situado en la calle Williman, en Punta Carreta.

Foto de grupo de un Comité situado en la calle Williman, en Punta Carreta. Ana Freire (izq y de blanco) aparece junto a una de sus hermanas y a Hierro Gambardella.

A veces se hacían colectas y nos parábamos en cada esquina de 18 de julio con una latita, que luego entregábamos en la Casa de España, así lo recuerdo yo (más de medio siglo después) y, en mi recuerdo, en 18 y Yí. En ese edificio se editaba el diario «España Republicana» y a veces íbamos con Marga a corregir las «galeras»…

Había fiestas también; acá, donde estoy sentada ahora -Burgues y Bulevar- en el parque Munich; no sé en qué tranvía veníamos, pero acá nos dejaba. Entonces las señoras organizaban la venta de tortas, bizcochos, que nosotras recibíamos en canastos y echábamos los vintenes en cajitas de lata. Se bailaban bailes típicos, se cantaba, ahí aprendí las famosas canciones de la guerra civil, que luego en casa se cantaron tanto! «¡Ay Carmela», «Si me quieres escribir», «Con la cabeza de Franco»…

A medida que escribo, recuerdo muchas cosas, como la venida del Gral. Miaja, que salió de la mano de Margarita Xirgú en el teatro 18 de julio, lleno de banderas republicanas, y el fervoroso grito de «¡NO PASARAN!».

El final, el final de la guerra, con la indiferencia de algunos y la ayuda de Hitler y Mussolini, fue triste, desgarrador. No recuerdo cómo se deshizo el Comité, si hubo un acto. No recuerdo. Sé que durante mucho tiempo llevé en la solapa de mi chaqueta una banderita republicana hecha por mí; hasta que un día una compañera de clase me preguntó: Y esa bandera que llevás ahí, ¿de dónde es?. Cuando llegué a casa le saqué el alfiler que la sostenía y nunca más la usé. Pero, para mí, aún hoy, la verdadera bandera de España es aquélla…

Cartilla JZC

Cartilla de Justino Zavala Carvalho. A la edad de 10 años, compraba timbres de apoyo a la República con el dinero que le daban semanalmente sus padres.